domingo, 30 de junio de 2013

TIEMPOS DE CAMBIO

INTRODUCCIÓN



















La historia que voy a contar ocurrió en España hace cientos de años. Comenzó en mil cuatrocientos noventa y dos, durante el reinado de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, y tuvo lugar en Toledo, que entonces era una de las ciudades más importantes de España.  Se dice que en plena Edad Media consiguieron vivir en ella pacíficamente, judíos , moros y cristianos, lo que le valió el sobrenombre de "Ciudad de las Tres Culturas", pero con el tiempo fueron las comunidades judía y cristiana las que tomaron más fuerza en detrimento de los árabes
Ambas vivían en paz, pero en barrios separados y sin mezclarse unos con otros. Practicaba cada una sus dogmas religiosos y tradiciones.  Los judíos, aunque eran menores en número, gozaban de negocios florecientes y muchos de ellos habían conseguido llegar a las esferas más altas de la sociedad o tenían oficios de gran prestigio.La Judería toledana se situaba en la zona suroeste, y en ella se alzaban sus ricas viviendas y espléndidas sinagogas que daban prueba de la buena situación económica de la que gozaban la mayoría de los hebreos.
Frente a ellos estaban los cristianos, ocupando el resto de la ciudad en barrios más humildes. Eran superiores en número y su situación socio-económica mucho más desfavorecida. Pero eran mayoría y ejercían la supremacía en sus tradiciones y dogmas religiosos. Y aunque muchos cristianos acudían a veces a los negocios de los judíos o a solicitar sus servicios, la verdad es que sentían auténtica aversión hacia ellos. Sus costumbres y creencias no eran bien toleradas, ni siquiera por la Iglesia, que no pocas veces había instigado para aumentar el odio hacia este pueblo.
Afortunadamente esto solo lo consiguieron en parte, porque pese a sus esfuerzos, aún quedaban por aquellos años gran número de cristianos que respetaban a sus vecinos judíos y los dejaban vivir en paz.
Este es el caso que nos ocupa hoy. Una historia de amor y de odio entre dos pueblos aparentemente irreconciliables, en unos años difíciles y turbulentos, en los que la religión lo ocupaba todo, sin libertad de elección. Es la historia de tres muchachos, de sus dudas y temores, de sus tristezas y sus alegrías, y sobre todo, de la dificultad para mantener su amistad en un mundo plagado de rencillas e intolerancia. Pero también es una historia que tiene a la esperanza como la verdadera protagonista, y en la que triunfará la verdad por encima de todo.

CAPÍTULO 1














A comienzos del año mil cuatrocientos noventa y dos vivía en la Calle del Ángel, un rico platero llamado Isahac Leví de Toledo. Pertenecía a una de las familias más distinguidas de la comunidad judía. Su habilidad en el arte de tallar la plata o el oro, no sólo era bien conocida en todo Toledo, sino que hasta de Sevilla y Granada venían a hacerle encargos. Esto le permitió tratarse con numerosos nobles y personas influyentes de la época, ampliar sus negocios y mejorar las condiciones de su vivienda. En ella nació y vivió una infancia feliz, pese a que sus padres murieron de fiebres siendo él un niño de corta edad, y fue su abuelo Moisés quién tomó las riendas de su educación..Allí fue también donde conoció a Sara, cuando apenas había dejado atrás la niñez, y se estaba convirtiendo en un adolescente largo y espigado.
La primera vez que la vió iba acompañada de su padre, que fue a tratar con su abuelo de un negocio que tenían pendiente.Desde entonces la imagen de la joven Sara quedó grabada en su mente, haciéndole perder el sueño y el apetito. El abuelo, que reconoció en seguida aquellos síntomas, comprendió que la única enfermedad que padecía su nieto era la del enamoramiento, y con las mismas fue a casa de su amigo a pedir la mano de su hija.Éste se sintió muy complacido de emparentar con la familia Leví, con la que siempre había tenido buenos negocios y unas relaciones inmejorables.
Meses después se casaron los dos jóvenes con el beneplácito de las dos familias y se instalaron en la casa que siempre había sido de los Leví de Toledo. Allí también nacieron todos los hijos habidos en el matrimonio.
Al mayor, Moisés, le pusieron el mismo nombre del abuelo y fue el que con mayor interés continuó la tradición familiar en el taller de su padre.
Al segundo le llamaron Yosef y era tan distinto al mayor que ni siquiera parecían hermanos.El primero tímido y poco hablador, el segundo abierto y dicharachero. Siempre dispuesto a la broma o al chiste. Tenía doce años y aún no sabía lo que hacer con su vida.Su padre le enviaba a la escuela rabínica de la Travesía del Arquillo para que aprendiera de los buenos rabinos las enseñanzas del Talmud, pero a Yosef  parecía no interesarle demasiado y prefería pasar el tiempo jugando en la Judería con otros muchachos de su edad. A Isahac le preocupaba que su hijo estuviera tan suelto. Creía que ya tenía edad de pensar en algo más serio que estar todo el día corriendo o arrastrado por el suelo sin hacer nada de provecho que le sirviera en el futuro. Su mujer le tranquilizaba:
-Aún es muy niño. Ya verás como el tiempo le hace cambiar.
-¡ Moisés a sus años ya me ayudaba!
-Si, pero todos los niños no son iguales. Yosef es un buen chico y no cabe duda que aprenderá a ganarse la vida.
Y por último, cerrando el grupo de hermanos, estaba la pequeña Raquel, de cuatro años, sin otro quehacer que seguir a su madre a todos lados pareciendo su sombra...( continuará)


DÍA DEL DOCENTE

Celebramos el Día Mundial del Docente en  EL BAÚL DE RITA . Pásate a verlo.