domingo, 6 de julio de 2014

AQUELLA MARAVILLOSA HIGUERA

LOS HIGOS , MANJAR DE DIOSES


La señora Miguela vivía cerca de mi casa. Su marido se llamaba Saturnino y le veía trabajar todas las mañanas en una huerta que tenían en la parte de atrás de su casa.
Por delante tenía una higuera frondosa, extraordinaria, que cuando llegaba el verano se llenaba de brevas riquísimas. Ella sabía que a mí me gustaban mucho y cuando me veía decía:
- Ven cuando quieras a coger brevas. Ya están maduras y nosotros no las comemos. Llévate las que quieras.
Y mi madre me mandaba con un cesto a por ellas. Por la noche me daba un festín. ¡Estaban tan ricas! ¡Tan gorditas y llenas de ese néctar dulzón! Fresquitas ,en el frigorífico, eran un manjar.
Tanto me gustaban los higos que mi padre plantó también una higuera en medio del patio de casa, cerca de la cocina. El abuelo ideó un artilugio para coger cómodamente los que se quedaban arriba. A un palo largo le ató un bote, de tal manera que extendiendo el palo hacia donde estaba el higo, se cortaba, y éste caía con facilidad en el interior. Sin embargo no eran tan ricos como las brevas de la señora  Miguela.
Otras veces también iba  a su casa a por hierbabuena para el cocido cuando me lo decía mi madre. Tenía una mata bien hermosa en el patio, junto a un pozo. La recuerdo como una mujer bonachona, regordita y ya mayor, con nietos de mi edad. Siempre iba con el pelo lleno de canas recogido en un moño muy estirado, y llevaba unas gafas de culo de vaso. Vivía con su marido, que como he dicho antes, se llamaba Saturnino, aunque todo el mundo por allí le conocía como " El Cano", incluso su misma mujer así le llamaba cuando a él se refería. Se pasaba el día arreglando la huerta. Yo le veía desde la parte de atrás de mi casa, cuando salía a jugar por ese lado.
Ahora todo aquello ha desaparecido. Ellos dos murieron hace ya muchos años. Sus hijas vendieron la casa y la huerta y hoy se ha convertido en un merendero, lleno de gente extraña que va y viene pisoteando con sus coches la árida explanada en lo  que se ha convertido la huerta de " El Cano", nada saben de las historias que encierra el lugar y de las gentes que las protagonizaron. Sin saberlo son intrusos que profanan una tierra que fue querida y amada por otros mucho antes de que ellos aparecieran.

Cuando paso por allí...¡Está todo tan cambiado! Y no puedo evitar recordar aquellos años y sentir una cierta nostalgia. Para mí eran tiempos felices y despreocupados. Arropada por el calor y la protección de mis padres y mis abuelos...¡ y con toda la vida por delante!

DÍA DEL DOCENTE

Celebramos el Día Mundial del Docente en  EL BAÚL DE RITA . Pásate a verlo.