21 de agosto
Al final de las fiestas hubo jaleo. Se pelearon los mozos de aquí con los forasteros que pretendían a las mozas del pueblo. Los del pueblo querían que los otros les invitaran y como ellos se negaron, los de aquí les tiraron al pilón donde beben los animales de labranza y se lió una tan grande que tuvo que venir la Guardia Civil y llevarse a unos cuantos arrestados.
Pero de eso ya han pasado unos días, y ahora todo ha vuelto a la normalidad. Los hombres al campo, y las mujeres a fregar, a barrer, a atender a los niños pequeños y a los animales.
Mi padre trabaja en la finca de don Venencio. Se marcha de casa antes de que salga el sol y vuelve cuando ya está bien entrada la noche. Siempre llega muy cansado. Se siente en la mesa de la cocina a cenar unas sopas de ajo y en seguida se va a la cama.
Mi hermano Francisco sale muchas veces a ayudarle, cuando hay que segar o trillar, y otras veces va a ocuparse de la huerta que tenemos cerca del río y de vender lo que se saca. Tiene más suerte que yo, porque a él le han dejado más tiempo en la escuela.
30 de agosto
Aunque hace mucho tiempo que no hablo de ello, sigo yendo a casa del carpintero. Ya he aprendido a leer de corrido y a hacer divisiones con números.
Por las tardes mi abuela me está enseñando a hacer calcetines con lana y agujas,mientras tanto mi madre, en un rincón de la cocina, pone pecheros a las camisas y codos a las mangas.
6 de septiembre
Mi amiga Mercedes está triste. Una de sus gemelitas se ha puesto enferma y no saben de qué. Está sin ganas de jugar, con muchas ojeras, sin querer comer y con diarrea.
En el pueblo tenemos un médico, pero casi todo el mundo prefiere ir a casa de Jacinta, que tiene gracia para curar y quitar el mal de ojo.
Mi madre unta a mis hermanos con aceite cuando llevan varios días sin hacer de vientre. Los echa el aceite en la barriga y los da masajes para que se muevan las durezas. Otras veces prepara caldos de higos secos y se los hace tomar en ayunas.
13 de septiembre
Hoy han empezado las clases en la escuela. Mi hermano Julián tiene suerte de seguir en ella. He ido a acompañarle hasta la puerta por ser el primer día. El maestro se llama don Justo, y le he llevado un cesto de patatas y un poco de aceite. Se ha puesto muy contento y me lo ha agradecido mucho. Es poco lo que ganan y si no fuera por lo que la gente del pueblo les da de vez en cuando...creo que hasta pasarían hambre.
Después me he acercado a la escuela de las muchachas, que también empezaban hoy. He mirado a través de la ventana y había pocas niñas. La maestra las colocaba en los bancos según la edad. De repente se ha dado cuenta de que la observaba y me ha invitado a pasar. Sin embargo a mí me ha dado tanta pena el no poderme quedar, que he salido corriendo por el camino abajo, y no he parado de correr hasta que no he estado cerca del río.
24 de septiembre
Hemos hecho arrope en el patio de casa, con mosto y frutos secos. Estaba rico.
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