¡Una vez más la Navidad está aquí! ¡Una vez más tendré que
ponerme a trabajar para llevar un poquito de ilusión a los niños de este
maltrecho planeta que llaman Tierra! Ya me siento un poco mayor, mis cabellos
se han cubierto de canas y siento que las energías no son las mismas. ¡Ah,
necesito una jubilación! Pero hoy por hoy no hay nadie que me sustituya, de
modo que mientras no aparezca alguien más joven y brioso, tendré que seguir al
pié del cañón.
¡Ah, cuántos recuerdos me traen estos villancicos que suenan
ya por todos lados!
Las navidades van cambiando con los años, lo mismo que
nuestras maquinarias. Recuerdo que hace 40 o 50 años no llegaban hasta el día
de la lotería, 21 o 22 de diciembre, sin embargo los preparativos empezaban
mucho antes. Las tiendas se llenaban de figuritas, de espumillón y bolitas de
colores para hacer los belenes. Muchas veces ví a los niños acercarse a los
campos o lugares sombríos de las ciudades para coger musgo y tierra. El río lo
hacían con papel de plata y la nieve con un poquito de harina esparcida. Las
figuritas se ponían con mucho esmero y se cuidaba hasta el más mínimo detalle. El
Belén ocupaba un lugar destacado en los humildes comedores de las casas.
Era
costumbre visitar a los amigos para felicitarles las fiestas y se les sacaban
unos bollitos de aceite y una copita de anís, después se les invitaba a ver el
Belén. ¡Uy, los bollitos, estaban deliciosos! Las mujeres los hacían en los
hornos especiales de las panaderías. Los días previos a la Navidad se llenaban
de madres de familia que querían tener sus dulces hechos a tiempo para la
Nochebuena. Cuando repartíamos los juguetes ¡yo me ponía las botas! Soy el más
goloso de los tres.
¿Pero qué es esto que veo por aquí? ¡Una felicitación de
Navidad!
Hoy ya casi no se utilizan, con Internet se han ido perdiendo
estas cosas, pero a mí me gustaba más antes, cuando se mandaban felicitaciones
de puño y letra, a través del correo ordinario, con un sello que se compraba en
el estanco. ¡Lo que ha cambiado todo! Menos mal que los niños aún nos siguen
mandando las cartas escritas por ellos mismos...Aunque me temo que eso, con el
tiempo, también se perderá. Como está ocurriendo con el aguinaldo
¿Os acordáis todos los que tenéis de 40 o 50 para arriba
cuando salíais a pedir el aguinaldo por las casas? jajajaja....Quedábais en grupitos
con los amigos y recorríais el vecindario con la pandereta y la zambomba.
Cuando en alguna puerta os daban unas monedas las gastábais en caramelos y
chicles que eran las únicas chucherías de entonces. ¡Menuda juerga!
Pero el aguinaldo no solo lo recibían los niños, también los
empleados públicos ( servicios de limpieza, mantenimientos...), los maestros,
los trabajadores de fábricas, empleados domésticos...Era una buena costumbre
¡Uf, qué barbaridad! ¡Qué nostálgico me he puesto! Pero seguro
que los maduritos que pasáis de los 40 también. Es verdad que los tiempos
cambian, las personas y las circunstancias también. Nos ocurre hasta a los
Reyes, si no , fijáos en estas canas ¿acaso creéis que las he tenido siempre?
¡Yo también fuí joven y apuesto! Pero lo importante, por muchos años que pasen,
es que jamás se pierda el espíritu navideño de paz y solidaridad.
FELIZ NAVIDAD A TODOS
Y SED BUENOS PARA QUE EL DÍA DE REYES PODAMOS SER GENEROSOS
Vuestro siempre,
El Rey Melchor