Hace días, iba conduciendo de regreso a casa, después de una "placentera" jornada laboral, cuando se me puso en el pensamiento la inminente llegada del Día del Libro, una vez más, un año más...y de ahí salté a la celebración del IV Centenario de la publicación de la 2ª parte del Quijote, y como la mente es la " saltimbanqui" de la casa, pegó otro salto y fue a caer a las adaptaciones que se hacen de los libros clásicos para niños. Pero entonces llegó la aguafiestas de la reflexión, y ocupando todo el espacio del pensamiento, me lanzó a la cara esta inquietante pregunta ¿Son las adaptaciones de los clásicos lecturas que interesan a los niños?
¡Qué desconcierto! ¡Qué revuelo en las ideas que siempre se
han mantenido en mi cabeza!
Pues, desde entonces ,llevo dándole vueltas y cada vez que lo
pienso, más me inclino por la idea de que no. A los niños hay que darles
literatura escrita especialmente para ellos, en la que se vean expuestos sus
intereses, sus gustos, sus inquietudes...y los personajes sean niños como ellos
o seres fantásticos sacados de su propio mundo infantil. ¿Qué interés puede
tener para ellos lo que ocurrió hace un sinfín de años, en una época que
desconocen, con unos personajes que no tienen ni idea de quién fueron, en un
marco histórico tan diferente al que viven que no le encuentran sentido...etc,
etc, etc?
Tanto hablar de literatura infantil y ahora queremos meterles
a los clásicos con embudo. Los niños no son hombrecitos en pequeño, tienen su propia
forma de pensar y de ver las cosas muy diferente a la de los adultos, ya habrá
tiempo de que conozcan otro tipo de literatura, cuando tengan la madurez
intelectual necesaria para comprenderla y apreciarla. ¿Cómo nos sentiríamos si
alguien venido de otro planeta nos hace leer sus maravillosos libros
describiendo un mundo incomprensible para nosotros?
Claro que, en esto de las adaptaciones, hay de todo. Las hay
buenas y las hay malas. Y las buenas, que son las menos, son dignas de elogio,
si señor. Pero en cualquier caso pensemos un poquito más en nuestros peques y
hagamos que realmente amen los libros, los que ellos quieran , aquellos con los
que se sientan identificados o se diviertan, aunque para nosotros, adultos
serios y respetables, sea una tontería.
Y con estos pensamientos en la cabeza llegué a mi casa, mi
perrita salió a recibirme y un delicioso olor a guiso salía de la cocina, de
modo que abandoné estas elevadas reflexiones y me dí a otro tipo de placeres
más bajos y mundanos, que de todo vive el hombre.
Si habéis llegado hasta aquí en la lectura y queréis dejar
vuestra opinión, abierta quedo a que la expongáis, que no hay nada más libre en
este mundo que el pensamiento.
¡¡¡FELIZ DÍA DEL LIBRO!!!