A todos los que amamos la literatura nos ha venido alguna vez la idea de ponernos a escribir algo. Escribir una pequeña historia, un relato, un cuentecito...puede ser algo muy gratificante. No es necesario tener grandes conocimientos sobre la materia, pero si es conveniente seguir ciertos pasos para que el resultado sea el que deseamos. Con la práctica y la constancia podremos ir haciéndolo cada vez un poquito mejor. El cuento es idóneo para comenzar a escribir. Es cortito y no tan complicado como una novela, aunque eso no quiere decir que pueda hacerse cualquier manera, también hay que trabajarlo y tiene sus reglas. Como maestra que soy y como lo son muchos de los que me leen, habré contado miles de cuentos, propios y ajenos, y os puedo asegurar que , cada vez que termino de escribir alguno, me siento feliz y contenta por haber terminado una tarea tan bonita, pero aún me siento mejor cuando se lo cuento a mis oyentes o lectores favoritos, los niños, y veo en sus caritas como siguen interesados los acontecimientos de la historia...¡NO HAY MEJOR PREMIO AL ESFUERZO QUE ME HAYA SUPUESTO EL ESCRIBIRLO!
Para los que sentís el gusanillo de la escritura bullendo en vuestras cabezas, os dejo algunos consejos básicos para que tengáis en cuenta:
- Antes de empezar a escribir es necesario leer mucho. Hace unos años tuve un profesor de escritura dramática que siempre decía que para ser un buen escritor, hay que ser primero un buen lector. Por eso lo primero es leer, leer y leer...cuentos de todas las clases, épocas y autores. Estudiando los personajes, las estructuras, los diálogos, la presentación de los hechos... Eso nos irá formando y creando un criterio a la hora de ponernos en marcha.
- Una vez que nos hemos decidido a escribir hay que buscar la idea para el cuento. Aquí hay muchos que se bloquean pensando... " a mí no se me ocurre nada". ¡Eso hay que desecharlo! Las ideas vienen solas, están ahí, en cualquier situación, en cualquier pensamiento de la vida ordinaria, sólo hay que salir a buscarlas, reconocerlas y hacerlas nuestras. Por ejemplo, una frase que oimos nos puede dar pie a una historieta, una refrán, la letra de una canción, una anécdota que nos cuenten o que nos haya pasado...
- Cuando ya tenemos elegida la idea hay que desarrollarla. Ahora si que hay que coger el bolígrafo, el ordenador o aquello con lo que queramos escribir. Le vamos dando forma añadiendo detalles y estableciendo las tres partes fundamentales de cualquier relato : introducción, nudo y desenlace. Es muy importante que vayamos siempre escribiendo desde el final hasta el principio y que nos preguntemos con frecuencia ¿ qué ha pasado antes de esto?
- El estudio de los personajes es tan importante como la historia en sí. Éstos deben ser coherentes con lo que se narra. Tenemos que darles un carácter, unas habilidades, unos temores...Ésto no aparecerá en el relato, pero los personajes actuarán de acuerdo con ello.
- Otro detalle a tener en cuenta es el de decidir quién contará la historia. Si lo hacemos en primera persona habrá detalles que el narrador desconozca, mientras que si lo hacemos en tercera puede saberlo todo.A los niños les gusta más la primera persona y que los personajes sean niños como ellos, de ese modo se identifican más con el protagonista.
- La introducción de la obra es fundamental. De lo que escribimos en los primeros párrafos dependerá el éxito que tengamos.La primera página hay que procurar que sea impactante y que anime al lector a seguir leyendo. Si lo que escribimos es un cuento, no hay que extenderse en largas descripciones, hay que ir al grano una vez presentados los personajes.
- Pero después de la primera página hay otras. La tarea puede ser ardua y requerir cierto esfuerzo mental. No hay que venirse abajo. hay que seguir hasta el final, sin detenernos demasiado. Ser constantes. Muchas obras que podían haber sido buenas, no han llegado a nada por falta de trabajo diario. Escribir todos los días un poco nos hará mantener viva la motivación y no perderemos el hilo.
- Cuando ya esté nuestro cuentecito terminado será necesario revisarlo y corregirlo. No hay que ser demasiado estricto ni tirarlo todo a la papelera a la mínima de cambio. Hay que dejarlo reposar. Lo que yo suelo hacer, y me consta que también lo hacen otros,es dejarlo apartado un tiempo en el cajón, sin volver a acordarme de ello para nada.A la vuelta de unas semanas lo volvemos a leer y entonces nos daremos cuenta si merece la pena o no, y las correcciones que tenemos que hacer
- Otra manera de ver los posibles fallos es mostrándolo a otras personas, pidiéndoles opinión y sacando nuestras propias conclusiones de las observaciones que nos hagan
- Una vez revisado y teniendo en cuenta las opiniones de los demás, incorporamos las correcciones que nos parezcan válidas...¡Y YA ESTARÁ LISTO!