DON PAYASO
El
circo rueda y rueda sin parar. Hoy aquí, mañana allá y muy poquito tiempo para
descansar. A don Payaso eso le encanta. Conocer gente nueva y lugares nuevos
todos los días es una de las cosas que más le gustan. La otra es hacer reír a
la gente, por eso es payaso y no oficinista. La gente se lo pasa bomba con él y
él con la gente. Nunca está solo, ni tiene tiempo de pensar en otra cosa que no
sea la diversión.
A su
lado, muy cerca de él, está siempre doña Bailarina. Silenciosa, callada y
andando siempre de puntillas para no dejarse notar. Tiene un serio problema: “
Se ha enamorado de don Payaso como quien no quiere la cosa”, por eso se pone
colorada cuando él la mira y tartamudea cuando le habla.
Sin embargo, él no se da cuenta de
eso, ni tampoco de lo dulce y cariñosa que puede llegar a ser doña Bailarina.
Ni tan siquiera le presta atención cuando le ayuda a empolvarse la nariz y
colocarse sus pelucas antes de la función
Doña
Bailarina pasa las tardes llorando amargamente frente a los espejos del salón
de baile.
-¡No me quiere!- piensa- No tengo
gracia para los chistes
Está tan triste y afligida que no le
apetece ni bailar y se va a espiar a don Payaso para ver cómo ensaya su
siguiente actuación.
Mientras le mira se acerca a ella
doña Trapecista que, como siempre, está pendiente de las necesidades de los
demás y se ha dado cuenta del problema de doña Bailarina.
-¡Tienes que decírselo!- le dice muy
calladito al oido.
- ¿Pero cómo se va a fijar en alguien
tan insignificante como yo? No se hacer reír, ni rodearme de gente- se lamenta
doña Bailarina.
-Pero colmas a los demás de
atenciones y bailas tan bien que pareces una grácil mariposa.
Y aquellas palabras hacen pensar a doña
Bailarina.
Un día
que don Payaso había quedado con doña Golosa para comerse unos pastelitos en su
casa, tuvo tan mala suerte que se resbaló con una cáscara de plátano que había
en el suelo y se hizo mucho, mucho mucho, mucho daño. Tan seria fue la cosa,
que don Médico le mandó al hospital por una buena temporada.
A don Payaso eso no le hizo ninguna
gracia . Ya no tenía tantas ganas de reír ni de contar chistes.
Sus amigos al principio fueron todos
a visitarle, pero como la estancia en el hospital fue larga y penosa, al final
se cansaron y dejaron de ir.
¿Y sabéis quién fue la única que le
siguió haciendo compañía?
Si,si. La que estáis pensando
¡Doña Bailarina!
Ella
fue la única que continuó yendo al hospital. Todos los días a llevarle regalos
y sorpresas, y a cuidarle con sus manos amorosas.
Cuando don Payaso empezó a dar sus
primeros pasos por la habitación, allí estaba doña Bailarina para ayudarle.
Cuando don Payaso tuvo ganas de contar
su primer chiste también estaba allí doña Bailarina para escucharle.
Y también estaba allí cuando don
Payaso se puso su peluca y se empolvó la nariz para rodearse de gente.
Ahora
don Payaso ya se ha puesto bueno y ha vuelto a su trabajo en el circo, sigue
tan gracioso como siempre y con una nube de admiradores alrededor.
Pero hoy ha aprovechado el momento de
la siesta, cuando todos estaban durmiendo para ir a la Casa Florida. Ha
comprado un gran ramo de flores. El más bonito que había y se ha dirigido a ver
a doña Bailarina. Cuando ésta ha abierto la puerta de su casa no podía creer lo
que veía.
Don Payaso le ha entregado el ramo de
flores y una notita que decía. "¡ AHORAPOR FIN TE VEO!"
Doña Bailarina se puso roja como un
tomate. No supo qué decir y su corazón saltó de alegría