Cuéntame ese cuento, abuelo,
aquel del pirata fiero,
que luchaba sin espada,
porque sólo la palabra le bastaba,
para derrotar poderosos enemigos,
que en todos los mares eran temidos.
que su ley era la verdad
y su sueño, la libertad.
Cuéntame cómo navegaba,
por la mar de plata y dorada,
sintiéndose el rey del mundo,
nunca se desvió de su rumbo,
y aunque condenado a muerte se supiera,
jamás renunció a su bandera,
que ondeaba como una caricia
defendiendo la justicia.
Cuéntamelo, abuelo, despacito,
cuando me vaya a dormir
poquito a poquito.
El Hada de los Cuentos