Con la llegada del verano nos apetece cambiar de actividad, dejar atrás la escuela, los niños y las obligaciones que nos atan el resto del año.
Cuando llega este tiempo recuerdo de una manera muy viva los veranos de mi infancia, y me vienen recuerdos muy gratos de aquellos años ya lejanos..¡tan diferentes a los de ahora! Para que el tiempo no se los llevara, un día empecé a escribirlos y estos son algunos de ellos, que dejaré caer para hacer más soportables los calores que nos quedan por sufrir.
Estoy segura que a muchos de vosotros os harán sonreír y desencadenarán los vuestros propios. Aquí estoy, esperándolos también. Como si fuéramos un grupo de niños que se han hecho adultos y se reúnen a la sombra de un árbol para charlar.Será divertido ¿Empezamos?
LAS
PUESTAS DE SOL
Como " El
Principito" yo también amaba las
puestas de sol .Adoraba tanto ver la muerte del día, como su amanecer. Así me
gustaría que fuera también mi final, dulce y apacible, después de toda una vida
plena de fuerza en la que brillara la luz a mi alrededor para iluminar a los
que se acercaran a mí y también a los que estuvieran lejos. Pero entonces mi
mente infantil no alcanzaba a tan altos pensamientos, y se conformaba con
disfrutar de ese mágico momento, que no es poco. Para ello elegía algún lugar
apartado, en medio de la naturaleza . Unas piedras que había por el Camino de
las Acacias , que estaban orientadas al oeste era mi sitio preferido. Me iba
allí a la caída de la tarde , cuando sabía que ya estaba cerca el mágico
momento, y veía al astro-rey bajar por momentos, perdiendo fuerza y poniéndose
cada vez más rojo, diciendo adiós al mundo y tiñendo de tonos naranjas la
bóveda celeste. Me quedaba hipnotizada, ejercía sobre mí una enorme atracción.
Aquella paz en soledad, interrumpida solo por el canto de la chicharra y el
ruido sordo de algún coche esporádico que, a lo lejos, pasaba por la carretera...
¡Era uno de mis grandes placeres! Y el sol cada vez más abajo y yo con mis
sueños cada vez más arriba. ¿Cómo será mi vida cuándo sea mayor? ¿En qué
trabajaré? ¿Quién será mi marido? ¿Cuántos hijos voy a tener?. Sería una rica
princesa con príncipe azul al lado, pirata aventurera surcando los mares,
escritora de sueños o viajera infatigable .El libro de mi vida estaba aún por
escribir.
Y mientras yo me
deshacía en estos pensamientos y otros parecidos, algunas hormigas correteaban
por las piedras trabajando todavía, ajenas a lo que estaba pasando, y las
lagartijas se escondían entre las rendijas buscando refugio para pasar la
noche. Y antes de que me diera cuenta, llegaba el momento cumbre, era cuando el
astro tocaba ya los montes de Loches, cuando se lo comía la tierra lentamente
como nos ha de ocurrir a todos, entonces ya no apartaba los ojos hasta que no
terminaba el proceso. Primero era un poquito, en seguida la mitad, a
continuación era ya solo un trocito visible, y al final el último rayo poniendo
punto y final al recorrido y al día.
Y se acabó la magia, se
perdió todo, ya no quedaba nada. En poco tiempo caería la noche y sería otra
magia la que se podría disfrutar, pero esa no, esa ya era imposible que
volviera nunca más, se había perdido para siempre. Al día siguiente habría otra
nueva puesta de sol , pero ya no sería la misma, ni ella ni yo seríamos iguales.
Acabado el día, volvía la cabeza hacía el este, la pequeña
ciudad había quedado a lo lejos con su catedral y su alcázar imponentes,
presidiendo el ir y venir de sus gentes, como dos monstruos controladores. Las
primeras luces aparecían y sus habitantes se disponían a pasar otra terrible
noche de insomnio provocado por el calor. En el cielo aparecían también las
estrellas más madrugadoras, todavía no se las veía bien, pero ahí estaban. La
noche se acercaba. Era la hora de regresar, de volver a la realidad. En casa me
esperaban para cenar.